18



Entonces cuando estás completamente obnubilado con esos chirimbolos increíbles de tu nuevo teléfono sintiéndote una cruza de James Bond con Flash Gordon, te llega un mensaje lleno de pq, tb y lol, rematado con una carita feliz, que seguramente le haya ahorrado mucho tiempo al escribiente pero a vos te lleva una eternidad descifrar.

Y ahí nomás te das cuenta que con el telégrafo estábamos bien. Que no hacía falta mucho más que eso, que tuvimos que seguir de largo para terminar volviendo al punto justo.

Ya sé, ya sé: “no se ponga así nono, la pastilla”. Vos gastame todo lo que quieras, pero la verdad es que cuanto más botones tenés, menos ganas de apretarlos te da.

Una mezcla triste de ansiedad y desidia te obliga a resumir sin necesidad cosas que no tienen la más mínima importancia.

Lo cual, más que una paradoja es una confirmación: esas cosas no tienen -efectivamente- la más mínima importancia.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario