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Disculpá que te lo diga así, pero tu obsesión con la puntualidad es un problema más grave de lo que parece.

Atrás de todo ese discurso de respeto, conciencia cívica y sarasa estás escondiendo una pulsión morbosa que busca poner en falta al otro para compensar falencias mucho más complejas que una simple falta cronométrica.

Tenés que entender que la precisión no es más que una ilusión práctica que puede servir para algunas cuestiones específicas, pero nunca como regla general. La exactitud es una quimera, y vos estás igual de lejos que yo.

Así que por favor no me rompas las bolas si te caigo un poco tarde y hablemos de lo que importa. Exactamente un rato.