El lenguaje ayuda, pero hasta ahí nomás. En algún punto la razón se hace carne, y la carne manda.
Esa empatía inmediata o esa sensación de mierda que te queda
rebotando después de un cruce no se resuelve con palabras. Se mastica, se traga
o se escupe.
Vos hablá todo lo que quieras, pero la tripa siempre decide antes.
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