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Dicen que las ideas no se matan.
Puede ser. A mi me parece que la sentencia es materialmente acertada pero retóricamente discutible.

Lo que sí se puede matar, indiscutiblemente, es la carne portadora. Y una idea sin envase es como gas sin garrafa. Por lo tanto supongo que es posible llegar a matar una idea si se tiene la determinación y los recursos.

La cuestión es que parece que las ideas originales no son tan variadas, entonces hay altísimas probabilidades de que se repitan. Aún con años y kilómetros de distancia vuelven a aparecer, aleatorias, inconexas e implacables.

Más que de inmortalidad deberíamos hablar de reencarnación, que es más o menos lo mismo pero sin memoria.



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