La felicidad es una pistola caliente, cantaban los Beatles.
La imagen es maravillosamente precisa: un artefacto peligroso,
imprevisible, emite un destello violento que cambia la percepción
y suspende la realidad en un momento único y efímero. Hasta que la liberadora sensación
de lo inevitable se desvanece dejando paso a las consecuencias. La felicidad
sería ese breve lapso entre la detonación cegadora y el frío de lo concreto.
Todo muy lindo. Pero yo –que soy un poco más rústico- creo
que la felicidad es básicamente idiota.
Para ser feliz hay que suspender los mecanismos de la razón,
resignar cualquier tipo de análisis crítico, dejarse llevar por las
circunstancias. Incluso bloquear la memoria. La felicidad es algo que sucede
cuando se dan esas condiciones que describen precisamente a la idiotez.
Coincido con Lennon y McCartney en que dura poco.
La felicidad es un pedo en una canasta.
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