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Lo más difícil es saber cuál es la distancia justa. De lejos se pierde el detalle, de cerca desaparece el contexto. Todo lo que vemos y creemos está condicionado por ese encuadre arbitrario.

Por ejemplo, nadie va a discutir que al lavarse los dientes hay que cerrar la canilla para no desperdiciar agua, pero si te alejás un poco se podría concluir que el desgaste que genera esa acción implica un desperdicio mayor: de tanto abrir y cerrar la canilla se rompe el cuerito, hay que ir a la ferretería, el ferretero le compra la mercadería a un distribuidor, que le tiene que poner gasoil a la camioneta para ir hasta la fábrica, donde el fabricante multiplica su fortuna porque además de ser un magnate de la industria del cuerito es propietario de la cadena de estaciones de servicio en la que carga combustible el distribuidor, y con parte de su patrimonio se compra una mansión en nordelta que tiene un exótico parque de 400 hectáreas que requiere riego permanente y gasta muchísima más agua que yo haciendo buches.

Hay muchas formas de leerlo, así que supongo que la distancia justa será la que mejor se ajuste a los intereses de cada uno.

Quizá sea hora de dejar la canilla abierta y alejarse un poco. A ver qué pasa. 



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