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Escucha con atención, pequeño saltamontes: si continúas insistiendo en considerar éxito y fracaso como absolutos opuestos nunca llegarás a entender qué fue lo que sucedió al final del viaje, dónde erraste el camino, cual tren bala te llevó puesto mientras estabas agachado contemplando esa flor de loto.

Debes saber que si decides pintar meticulosamente la cerca del jardín difícilmente logres darle una segunda mano a la piecita del fondo. Porque cada logro implica una pérdida, en cada elección algo se resigna.

Recuerda que esa tabla que orgullosamente rompes de una patada voladora es reflejo de tu superación, pero también un poco menos de machimbre para tu cielorraso.

Escoge sabiamente.


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