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Ah, el amor, el amor… Una de esas cosas que no vale la pena explicar.

Sin embargo, en algún momento y sin que nadie lo demande, la explicación llega sola. Ponerle palabras a esa mezcla de efusión hormonal, fantasía romántica y necesidad de afecto es inevitable.

Pasada la etapa inicial de pasión desenfrenada la razón pide pista, y generalmente aterriza acompañada de la duda. Y como sabiamente dijo Aldo Rico, la duda es la jactancia de los intelectuales, así que habrá que resolver el dilema con las herramientas que tenemos: hormonas, fantasía y necesidad.

Y que sea lo que sea. Pero que sea.



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