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No se me ocurre otro ejemplo de una especie luchando permanentemente contra sus debilidades.

Parece que casi todo lo que deseamos, lo que el cuerpo pide y el inconsciente demanda está mal.

Claro que esto no pretende ser una apología del crimen, las adicciones, la agresión sexual, el exceso de sal en las comidas o cualquier otra conducta perjudicial o socialmente condenable. Sólo trato de señalar que lo único que evita que esas acciones se concreten es el esfuerzo constante que hacemos para controlar los impulsos básicos.

Supongo que esa debe ser la esencia humana, reprimir pulsiones.
La pucha.



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